CIBERCULTURA por Pierre Levy

Dos categorías aparecen estrechamente vinculadas entre sí en los planteamientos de Lévy. Por una parte, “Ciberespacio”, entendido como “la ‘red’, es el nuevo medio de comunicación que emerge de la interconexión mundial de los ordenadores […] designa también el oceánico universo de informaciones que contiene, así como los seres humanos que navegan por él y lo alimentan”. Por otra parte, el neologismo cibercultura, que, según este pensador de la tecnociencia, se refiere al “conjunto de las técnicas (materiales e intelectuales), de las prácticas, de las actitudes, de los modos de pensamiento y de los valores que se desarrollan conjuntamente en el crecimiento del ciberespacio”. En la perspectiva de Lévy, la cultura , además de estar conformada por elementos de carácter simbólico, no se reduce solo a eso, pues cuenta, además, con otro componente que tiene enorme valor en el mundo contemporáneo: el de las técnicas con sus artefactos, conexiones y dispositivos electrónicos que están contribuyendo a generar el crecimiento del llamado ciberespacio .

El autor divide el libro en tres partes bien diferenciadas: En la primera: "Definiciones", delimita conceptualmente el campo que conforma la cibercultura. El énfasis, lejos de caer en un determinismo tecnológico, recae allí sobre las nuevas interacciones sociales y culturales que están generando las tecnologías de información y comunicación (tics), tanto por las condiciones innovadoras que propician como por las oportunidades que brindan para el desarrollo de las personas y las sociedades. Conceptos como digitalización de la información, hipertextos e hipermedias, simulaciones informáticas, realidades virtuales, redes interactivas en Internet, la interactividad o la infraestructura técnica del mundo virtual alcanzan aquí una amplia explicación. El autor hace una precisión demasiado importante y pertinente para la cuestión: no es posible entender las tecnologías separadamente de la sociedad y la cultura. “Las tecnologías son producto de una sociedad y de una cultura […] Las relaciones verdaderas no se dan pues entre ‘la’ tecnología (que sería del orden de la causa) y ‘la’ cultura (que sufriría los efectos), sino entre una multitud de actores humanos que inventan, producen utilizan e interpretan diversamente unas técnicas”.

En la segunda parte: “Propuestas”, Lévy desarrolla propiamente su tesis; es decir, teoriza sobre la nueva cultura digital. Aborda en esta parte específicamente, las implicaciones culturales del desarrollo del ciberespacio. Esboza, además, lo que él llama “el retrato de la cibercultura”, como la nueva forma de universalidad que inventa el movimiento social que le ha dado nacimiento, incluidos allí sus géneros artísticos y musicales, las emociones que suscita, las reformas educativas que plantea, sus aportes al urbanismo y sus cuestionamientos a la filosofía política. Se trata de un apartado que abarca múltiples y estratégicos aspectos de la cultura de nuestras sociedades. Uno de los problemas más sintomáticos que aborda Lévy en esta parte es el que se refiere al afán totalizador que se le atribuye a Internet.

En contraposición, Internet se erige, según Lévy, en un “universal sin totalidad”, esencia de la cibercultura. Es decir, un sistema de sistemas, un sistema cuasi social donde tiene cabida toda clase de conocimiento, sin imponerse de manera totalitaria. En tal sentido, su universalidad creciente convierte a la Internet en el ciberespacio propicio para la creación de una “inteligencia colectiva”, donde una comunidad de usuarios no solamente recopila información sino que, de manera innovadora, construye, crea, comparte, opina, debate, sugiere, donde sus miembros se interconectan formando así el universo cibercultural que conforma la actual sociedad digital. Lévy plantea al final de esta parte, de manera optimista, la posibilidad, a través de este medio, de construir una sociedad más participativa, informada y colaborativa.

En la tercera parte, “Problemas”, el autor intenta hacer frente a los obstáculos que se le plantean al crecimiento de la sociedad digital. Desarrolla particularmente el conflicto de intereses, así como diversos puntos de vista, críticas y contracríticas de la cibercultura. Las oposiciones de interés y las luchas de poderes que se dan en torno del ciberespacio, las denuncias sobre “lo virtual”, las cuestiones de exclusión y el mantenimiento de la diversidad cultural frente a los imperialismos políticos, económicos o mediáticos son exploradas como problemas que requieren un amplio debate que no desvíe la atención de este, que él considera como “proyecto fundamentalmente humanista”.

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